saludos
SONRÍE AMPLIAMENTE
Una sonrisa amplia y libre iluminará tu expresión. No nos referimos a la luz, sino a las emociones. Si sonríes con una alegría contagiosa, tus ojos brillarán y tus cejas y toda tu expresión cobrará vida.
PIENSA EN OTRA PERSONA
Lo que sientes al momento de tomarte la foto afecta tu expresión. No pienses en tí mismo (tengo que salir bien), sino en otras personas (este recuerdo es para tí, madre [padre, esposa, hijo, abuela, u otra persona]), y sonríe tal como quisieras que te recuerden después de morir.
NO FRUNZAS EL ROSTRO
Fruncir el rostro significa arrugar las cejas, la frente, la boca o los ojos al momento de la foto. Eso endurece tu imagen y la vuelve triste. ¿Es eso lo que quieres proyectar? ¿Tristeza, apatía y desabrimiento, falta de entusiasmo?
NO EXAGERES LA SONRISA
Pocas personas pueden exagerar una sonrisa al máximo sin que por ello proyecten una imagen desagradable. Ríete con ganas, pero sin llegar al punto de alzar y abrir la boca mostrando la úvula o campanilla.
TÓMATE TANTAS FOTOS COMO PUEDAS
La única manera de conocer tu mejor ángulo es tomándote tantas fotos como puedas y procurando verte bien.
NATURALIDAD
Y por último recuerda que nada es tan bello como la naturaleza misma. Procura verte natural. Evita forzar la expresión y procurar parecer otra persona. Nadie es feo, sino solo el que pone una expresión fea porque cree que es feo. La fealdad es un concepto subjetivo, abstracto. La sociedad tiene estereotipos, es cierto, pero lo que uno cree de sí mismo afecta la imagen que deja en una fotografía. Si al momento de la foto piensas: “Ya sé que voy a salir horrible”, sin duda la foto coincidirá con tu expresión. Pero si piensas: “Este será un bonito recuerdo para todos”, tu expresión mejorará. Y por supuesto, no faltará el fotógrafo ineficiente que espere a que te pongas serio para dispararte. Seguramente su colección es un museo de fotos tristes. Ten en cuenta que la persona que evade a los fotógrafos y suele decir: “A mí no me gusta que me tomen fotos”, ha sido una “víctima del crimen de fotógrafo”. Le han tomado tantas fotografías en el peor ángulo que han desistido y se han convencido de que “siempre saldrán mal”. No se han dado cuenta de que salir mal o bien depende mucho de su propia expresión. Creen que están condenados a salir igual de feos siempre. No sonríen ampliamente ni piensan en dejar un bonito recuerdo a los suyos para que los recuerden con alegría las generaciones futuras. Fruncen el ceño o la boca, o exageran la sonrisa. Casi nunca se les ve en las fotografías de los amigos o la familia porque han perdido naturalidad y objetividad y creen erróneamente que nunca se verán bien. Si tienes hijos, sigue este consejo: Espera a que se rían para tomarles la foto. No los fotografíes cuando estén serios e indiferentes. Y cuando hayan crecido, notarás el efecto positivo que tuvo en su desarrollo. Por eso, no te dejes engañar por un razonamiento perjudicial creyendo que nunca saldrás bien en la foto. Libérate teniendo en cuenta estas sugerencias... y sobre todo, huye de los fotógrafos ineficientes que siempre toman la foto cuando no sonríes. Porque esos son los que le causan daño a tu imagen y autoestima.
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